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19 de julio de 2021

 CHARLAS DE CAFÉ

La vida y la música después de Tupá, según Gabriel Bartolucci

El artista, integrante del reconocido grupo, recordó a Carlos Escobar, compartió su visión del futuro y aseguró que su “lugar en el mundo es Corrientes”.

 
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Foto: Gentileza

El hombre que está sentado frente a mí, hablando claro, seguro y firme, quizás no sea el mismo que estaba un rato antes de esta ocasional juntada paseando por el Cambá Cuá con su hijo y su perro.

Y digo esto porque aquel del Parque se llenó de temores y broncas cuando la alegría de una hermosa tarde invernal se vio opacada por la visita inesperada de mosquitos que empezaron a molestar a su pequeño Gianluca, a punto tal que le dejaron alguna que otra huella borrable, producto de las picaduras. El tipo seguro entonces, se sabe frágil cuando algo, por ínfimo que sea, puede dañar a su bebé.

“Yo no era así. Te diría que quizás era todo lo contrario: mis certezas, mis seguridades, mis apuestas me cargaban de cierta valentía que hoy se vuelve un tanto frágil, porque el temor, el miedo aparece. Y tiene una explicación, porque siempre estoy pensando en que mi hijo esté bien. Que no le pase nada. Cuidarlo, mimarlo y protegerlo cambió mi vida. Y varios amigos que ya son padres desde hace un tiempo me hablan y me cuentan de que ese temor a ellos también los invadió. Que es lógico y natural. Es que uno vive por y para sus pequeños”.

El que habla es Gabriel Bartolucci. Músico. Artista. Integrante de Tupá, la banda a la que se unió cuando Alejandro Sanz se bajó del proyecto y tanto Aldy Balestra como Carlos Escobar lo eligieron entre tantos postulantes para emprender una nueva vida. Una vida que cambió radicalmente para un tipo propenso al cambio y a las apuestas. “Soy un convencido de que uno debe ir tras sus sueños, sus ganas. Alguna vez me mudé a Chile, dejando todo, por algo que era mucho más que una simple experiencia de vida. Si bien ya había vivido en Buenos Aires, ese viaje que significaba apostar, probar, fue enriquecedor. Uno debe saber tomar las decisiones y hacerlo. Hoy después de andar y andar, encuentro que mi lugar en el mundo es Corrientes”.

La vida sin Tupá

De Carlos Escobar habla Gabriel asumiendo la pérdida de un tipo maravilloso al que el covid se lo llevó. “Carlos fue mucho más que un compañero de escena; Carlos fue un amigo, un hermano mayor, un segundo papá. Y hasta un hermano menor muchas veces.  Cuando llegué a Tupá, los primeros viajes, las primeras giras tenían la particularidad de que las habitaciones de los hoteles en donde parábamos se distribuían, rotando a quienes las íbamos a ocupar. Es decir, siempre el compañero de habitación era uno distinto. Una vuelta, me tocó compartir el viaje con Carlos y desde ahí, él mismo, cada vez que llegábamos a un lugar, pedía por mí, para que estemos juntos. Nos hicimos muy compinches, muy amigos. Y que Carlos me lo haya terminado diciendo fue maravilloso. Porque Carlos no fue solo un gran artista; fue una grandísima persona, muy generosa, muy protectora, muy entera. Que Carlos hoy no esté me produce un vacío grande. Pero me quedo con los gratísimos momentos vividos. Fijate vos que hace no tanto, Carlos me llegó a pedir que le ponga lo mío a un tema que le escribió a su nieta.

Lamentablemente no lo pudimos hacer juntos; hace un tiempo grabé el tema y se lo mandé en nombre de su abuelo. Me lo agradeció y el solo hecho de saber que en parte hemos seguido conectados, me llena, me satisface. Es que Carlos fue un tipo de esos que no abundan. Ni en el arte ni en la vida. Venía a casa y compartía momentos con mis viejos, con los míos... Un tipo entero”.

Escobar dejó una marca imborrable no solo en Bartolucci; también en la música que tan bien interpretó. Por eso debe ser que el otro gran integrante de este grupo maravilloso (Aldy Balestra) siente un poco el compromiso y le invaden las ganas de retomar la idea, un poco como homenaje a Carlos. Bartolucci se para en la vereda de enfrente y prefiere esperar: “Aldy siente que la mejor manera de llenar ese vacío es siguiendo. Y a mí no me dan las fuerzas.

Siento que lo que fue, ahí quedó como algo imborrable. Puede que en algún momento se trabaje sobre un disco homenaje. Pero hoy, veo que no sería igual sin Carlos”.

Sin Carlos Escobar, sin Balestra, sin Tupá, Bartolucci anda por estos días, mezclando al músico cantautor con el productor y arreglador que hay también en él. 

Trabajando sobre el material musical de amigos, componiendo, actuando a través de las redes y pensando en vueltas que sean más íntimas. “Los escenarios amplios, con shows pensados para un público masivo, quince, veinte mil personas, son una experiencia fabulosa. La primera  vez que me pasó estar delante de tantísima gente me temblaban las piernas. Pero debo confesar que me siento más cómodo cuando el show es más íntimo. A mí me moviliza tener cerquita al público, a los amigos. Escuchar las charlas, compartir con ellos. Y en eso pienso cuando imagino espectáculos futuros”.

Imagina también el futuro de un país que lo tiene todo, de su Corrientes que se proyecta. Y la piensa con sus ojos, pero tratando de ver qué le quedará al pequeño Gianluca. Mira Bartolucci a su alrededor y siente que hay 

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