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2 de agosto de 2021

 CHARLAS DE CAFÉ

Mariana, el fenómeno del zumba y su modo de enfrentar la pandemia

Es odontóloga y también instructora de esta actividad deportiva desde 2015. Algo que comenzó como un hobby y se convirtió con el tiempo en su actividad principal. “La energía se contagia”, asegura la profe. 

 
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Foto: Gentileza

Las plazas que generalmente tenían entre sus habitantes cotidianos a chicos en bicicletas, familias mateando y paseos de perros se han ido transformando con el correr de la pandemia.

Cada vez con más frecuencia vemos a personas que caminan, trotan, elongan y siguen. 

Profes que dictan clases, colchonetas sobre el verde, parlantes que despiden buenas canciones para entrar en ritmo. Incluso en algunos casos es posible encontrar bancos y equipamiento para fortaleces músculos con pesas e instrucciones que bien orientan a su alumnado. Verdaderos centros de entrenamiento al aire libre. Cambio la vida de los gimnasios, sin lugar a dudas. Debieron comprender que el espacio y los cuidados son fundamentales para retomar su cotidianidad. Y así como se fueron modificando las conductas, también los entrenados comenzaron a probar alternativas a la hora de ponerse en movimiento.

Una de las actividades que más fuertemente creció en los últimos años fue el zumba, una disciplina fitness que busca mantener una vida saludable, mientras se fortalece la flexibilidad y musculatura al ritmo de buenas canciones. Los zumberos y zumberas son fanáticos de lo que hacen. Gente que va a una clase y se engancha tanto que quiere más. Y que no afloja. Mucho tiene que ver en eso la mano de quien está al frente de cada clase. 

“No hay palabras que describan la sensación de hacer feliz a tantas personas, de mirar 
de punta a punta caras con sonrisas”

MARIANA OSNAGHI
INSTRUCTORA DE ZUMBA

“La actividad llegó como una propuesta diferente a todo lo que existía y yo creo que su éxito es que hace bien a quienes la practican, porque los beneficios no solo son el descenso de peso. Trabajan valores como el compañerismo, la autoestima y favorece la sociabilización”. 

La que habla es Mariana Osnaghi. Odontóloga de profesión e instructora de zumba desde el año 2015, actividad a la que llegó casi por  casualidad. “Nunca pensé en dedicarme a esto ya que mi profesión es la odontología, pero surgió la posibilidad de hacerlo cuando mi amigo Wally Iturriaga, que sabía  que me encanta bailar, me propuso ser instructora de la actividad”, recuerda.

“En un principio era un hobby, mi hora de entrenamiento, pero llegó un momento en que este fenómeno creció tanto que se convirtió en mi actividad principal”, asegura.

Mariana dicta sus clases en el Corrientes Tennis Club. Al aire libre. En la antigua cancha de básquet de la institución. Cancha que se reinventó también y como tantas otras cosas arrastrado por las necesidades y nuevas tendencias de -en este caso- socios que buscaban alternativas.

“Creo que la importancia de la actividad física es un chip que ya está incorporado en la sociedad hace un tiempo, pero como en la pandemia la gente sintió las consecuencias del encierro y el sedentarismo, empezó a buscar opciones virtuales para poder seguir en movimiento”, opina.

“El cierre de los gimnasios que siempre fueron considerados fuente de salud también fue una situación que a las personas afectó considerablemente en sus hábitos y rutinas. Esto impulsó mucho más a que las personas nos busquen. Y al ser el zumba una actividad tan dinámica, realmente atrapa. Y atrapa a todos, te diría. Si mirás bien, acá hay gente de todo tipo que se siente cómoda. Asisten personas con hipertensión, obesidad, diabetes, estrés, depresión, y otras que no sufren ninguna patología, pero quieren mejorar su calidad de vida”.

Emociones que florecen al bailar

A juzgar por lo que se puede observar a simple vista, hay en esta actividad un plus ligado a lo emocional. La energía contagia, desde el momento en que las canciones suenan y Mariana desde su tarima propone coreografías para que la sigan . “No hay palabras que describan la sensación de hacer feliz a tantas personas, de mirar esas caras con sonrisas de punta a punta.

La música invita y cada una baila a su manera, saltan, gritan, alientan. La adrenalina mantiene la energía muy arriba, y la gente contagia sus ganas, expresa la pasión por ser parte de la actividad. Te diría que ser  zumbera tiene como un sello distintivo. La premisa es pasarla bien y los beneficios llegan casi sin darse cuenta, que ya pasa muy rápido la horita de clase”.

Los hombres se resisten

Cuando la profe habla, parece poner el foco solo en “ellas”. Es que cuesta encontrar a hombres que se sumen a las clases y eso tiene una explicación: “A la mayoría de los hombres les da vergüenza, se inhiben; hay como una cultura de que el baile es para mujeres y lo más gracioso de eso es que el creador del zumba es un hombre: Beto Pérez. Hay hombres que se han animado y me contaron que se vuelven el centro de las cargadas y chistes entre los amigos, entonces, terminan dejando”.

Prejuicios y ciertos estigmas de una sociedad que viene cambiando mucho. Y que seguramente abandonará pronto antiguos y erróneos conceptos. Especialmente si lo que hay detrás hace tanto bien. Para muestra de dichos cambios, alcanza con volver a mirar a nuestro alrededor y observar cómo más y más gente se entrena cada día. Beneficios de la pandemia.

Que sigue golpeando, pero que enfrente tiene a más y más gente con ganas de darle batalla desde la actividad física. Haciendo lo de siempre y más. Incluso a través del baile y la alegría que solo quienes practican el zumba conocen perfectamente de qué se trata. 

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