ARTESANO IMAGINERO | OFICIOS QUE PERDURAN
Sergio Cabrera, en la casa de las “manos sabias”
Imagineros, tejedoras, alfareros, especialistas en soguería, cuchillería, cuero y platería, entre otros oficios artesanales, cuentan con un renovado espacio para exhibir, preservar y dar continuidad a su legado, que resiste como herencia de la identidad correntina.
¿Cómo se aprende el oficio de un artesano? Aunque no se pueda asegurar como una verdad absoluta, la mayoría de los testimonios de los artesanos correntinos apuntan a que el aprendizaje se da mirando. Observando al padre, a la madre, a los abuelos, en un taller o en el patio de tierra de una antigua casa o rancho, mientras con las manos iba surgiendo el arte. Por vocación, por necesidad de construir sus propios utensilios y enseres, para abrigarse en los inviernos, para vestir al montado, para tomarse unos mates y honrar a su santo, todo se hacía con las propias manos.
Sergio Cabrera, hoy director del Museo de Artesanías de la Provincia, es un ejemplo de esa herencia. Como uno de los pocos imagineros de la provincia, forma parte de cuatro generaciones de artesanos. Su papá, don Gregorio Cabrera, fue uno de los impulsores de la gestación del museo, a finales de los 70, con el grupo conocido como Manos Correntinas.
Como tallador imaginero, gestó la imagen de la Virgen de Itatí que se obsequió al papa Juan Pablo II en su visita histórica a Corrientes y que hoy se exhibe en el museo del Vaticano.
De él aprendió Sergio un oficio que ya practicaba su tatarabuelo en la zona rural de Empedrado, cerca del río, conocida como Derqui.
“En mi familia conservamos piezas de imaginería talladas por mi tatarabuelo, que datan del 1700. En aquellos tiempos tenías que hacerte tus utensilios, fabricar todo lo que necesitabas.
Él tenía su carpintería y fueron aprendiendo a hacer imágenes religiosas para los altares de la familia, primero; luego se fue expandiendo en la zona de Empedrado. Mis abuelos hicieron lo mismo y mi papá, cuando era joven, aprendió mirando. Con el tiempo, los trabajos que él no podía hacer, me fue enseñando para que los hiciera yo, mostrando las distintas técnicas. Otra pieza destacada de mi papá es la Virgen del Rosario, de 1,60 m tallada en una sola pieza de timbó, que se encuentra en la iglesia de San Nicolás, en Buenos Aires”, relató.
Don Gregorio, con problemas de glaucoma y la visión reducida, ya no sigue tallando. Pero aún sigue contando secretos de sus técnicas a su hijo. “Fue uno de los fundadores del espacio Manos Correntinas en el 78, junto a Gladys Rúbeda, Dolores Cabrera Castillo, Luis y Jorge Bizarro, don Vidal Rodríguez, algunos de los artesanos que garantizaron la continuidad de esas técnicas y muchos de los cuales ya no están”, recordó Cabrera.
Trabajos en asta, cuchillos y en cuero curtido son parte de sus obras que se exhiben en el museo.
“Tengo un primo, Andrés Cáceres, que es excombatiente de Malvinas. Al regresar de la guerra, vino a trabajar acá con tallas de madera y es uno de los pocos maestros imagineros de la provincia. Es un legado que se puede palpar, una herencia viva”, sostuvo.
“No hay que confundir imaginería con santería”, resaltó Sergio. “Es bien distinto: la santería se hace con yeso y utiliza moldes. El imaginero hace un talla que tiene proporción, y expresión en los rostros”, apuntó. Sergio es uno de los cinco imagineros que manejan la técnica de la policromía en el país. Y ese será uno de los talleres que planean dictarse dentro del renovado Museo de Artesanías. “Se trata de saberes muy antiguos, algunos de los que se fueron perdiendo y todavía estamos a tiempo de rescatar”, enfatizó.