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14 de julio de 2021

 

Pingüinos de la Patagonia amenazados por un peligroso virus:


Científicos advirtieron que había evidencia del virus en todas las especies de pingüinos, que la mayor proporción de los animales positivos eran los pingüinos magallánicos de la zona de Magallanes.

Se trata de un virus, entonces, que debe seguir siendo vigilado, lo cual queda más claro tomando como ejemplo la actual pandemia por Covid19.

“Es muy relevante conocer los virus de la naturaleza, pues el 70% de los virus que afectan al ser humano vienen de animales, entonces hay que estudiarlos por las potenciales situaciones que pueden provocar en el hombre y también por lo que podrían generar en los pingüinos y aves antárticas”, advierte un académico.

Frente al contexto de la pandemia de Covid-19 surge la interrogante por la transmisión de este virus de Newcastle a los humanos, a lo que el Dr. Neira señala que “la verdad es que este virus sí se puede transmitir a los humanos y esto es algo que es reconocido por todos los organismos oficiales. No es una enfermedad que se considere de un alto potencial zoonótico y pandémico, ya que se sabe que genera cuadros leves en humanos. Sin embargo, por sus potenciales implicancias en la vida silvestre, debe ser estudiada”.

El territorio Antártico sigue siendo uno de los sitios más desconocidos del planeta y lo es también, todo lo relacionado a las especies que ahí habitan. Es por ello que la investigación científica que se desarrolla en el lugar, es un reto constante para el mundo académico nacional e internacional, quienes buscan siempre extraer información que nos permita no solo saber lo que ahí sucede, sino sobre todo aprender y prevenir sucesos complejos que podrían afectar dicho territorio y también al resto del planeta.

Y en este inmenso laboratorio al aire libre que es el continente blanco, hay un habitante que concentra siempre las miradas. Se trata del pingüino, una especie que asociamos al frío, a las zonas extremas del planeta y, en este caso, a amplias extensiones de hielo, glaciares y agua en mares chilenos, el cual ha sido el foco de una investigación que ha arrojado inesperadas conclusiones.

Se trata del descubrimiento de la presencia, en cinco especies de pingüinos de la Antártica y la Patagonia (Pingüino Rey, Magallánico, Papúa, Barbijos y Adelia), de un patógeno asociado a una grave infección que afecta a las aves de corral, el cual fue identificado y analizado por investigadores de la Facultad de Ciencias Veterinarias y Pecuarias (Favet) de la Universidad de Chile, en un trabajo desarrollado a partir de distintas expediciones realizadas por el Instituto Antártico Chileno (INACH) a dicha zona.

Científico del equipo entre pingüinos. | Foto: Instituto Antártico Chileno

Tras la pista de un patógeno

En el año 2014 el investigador Víctor Neira Ramírez, académico de Virología Animal de la Facultad de Ciencias Veterinarias y Pecuarias de la Universidad de Chile, comenzó a acercarse al estudio de patógenos en pingüinos en la Antártida, pudiendo descubrir en esos años, los virus denominados como Avian avulavirus 17, 18 y 19, en un trabajo conjunto con el Dr. Rafael Medina, de la Universidad Católica, y con el Dr. Daniel González (QEPD), de la Universidad de Concepción.

Tras esto, el académico de Virología Animal, Dr. Víctor Neira y su colega Felipe Berríos, también de la Universidad de Chile, pertenecientes también al Programa Nacional de Ciencia Antártica (PROCIEN), detectaron en pingüinos de la Antártica y la Patagonia, el Orthoavulavirus Aviar 1 (AoaV-1), patógeno que provoca la enfermedad de Newcastle, una importante infección contagiosa propia de las aves de corral.

Sobre este hallazgo, el Dr. Víctor Neira nos explica que “Era importante hacer un catastro para ver si este virus estaba o no en los pingüinos, pues había cierta evidencia de que estaba, pero se habían usado técnicas de diagnóstico poco precisas. Nosotros decidimos ocupar la técnica de ELISA que es altamente sensible y específica, y con algunas muestras que nos quedaban de las otras investigaciones, hicimos un análisis de diferentes pingüinos que abarcó gran parte de la península Antártica y las islas cercanas, también Tierra del Fuego, Magallanes, donde están los pingüinos magallánicos y pingüino rey”.

“Y encontramos que había evidencia del virus en todas las especies de pingüinos, que la mayor proporción de los animales positivos eran los pingüinos magallánicos de la zona de Magallanes, lo que fue un hallazgo bien importante porque quizás tienen cierto rol de diseminador. Después lo encontramos por primera vez en el pingüino rey; luego en los pingüinos antárticos (Papúa, Barbijos y Adelia), que son los más pequeños, pero los más abundantes en la península, y todos ellos presentaron anticuerpos, siendo los más positivos los pingüinos de Barbijos, en un rango de menos del 10% en la zona de Antártica y en los pingüinos magallánicos de la Isla Magdalena, sobre un 30% de evidencia serológica”, continúa el médico veterinario y Doctorado en Ciencias Agropecuarias.

El virus de Newcastle se encuentra diseminado por muchos lugares del mundo, y se sabe que sus principales diseminadores son las aves migratorias, las cuales pueden haber llevado este patógeno a la Antártica, donde a pesar de ser especies estáticas, también migran, aunque solo por la zona polar.

“El virus de Newcastle puede ser transmitido al ser humano, pero se da cuando hay brotes en la producción aviar y de una forma muy leve, es una conjuntivitis que a veces pasa desapercibida, pero sí es muy relevante para las aves de corral, puede generar grandes mortalidades y en la vida silvestre, como es difícil hacer la trazabilidad de las mortalidades, no se ha observado un gran problema con el virus a la fecha, pero como todo virus hay que tenerlo bien observado, sobre todo porque los pingüinos son aves carismáticas representativas de un lugar, representan el sur de Chile o la Antártica, entonces al estudiarlas, estamos estudiando todo el ecosistema que las envuelve”, enfatiza el científico Víctor Neira Ramírez.

Y agrega que “Si bien las enfermedades en la vida silvestre no se dan tan masivamente, podría llegar a una población muy específica y erradicarla, ese sería el peor escenario, por eso necesitamos conocer la presencia de estos patógenos, porque podríamos tomar ciertas medidas de mitigación. Al conocer el virus uno podría segregar poblaciones, incluso generar inmunidad en algunas de ellas, para que no sean afectados, hablo de poblaciones muy específicas, con mucho peligro de extinción y que uno debiese proteger. Podría ser el caso del Pingüino Rey, porque hay menos ejemplares de esta especie y si llega algún virus peligroso a la zona, se podría hasta vacunar, lo cual se ha hecho en algunas ocasiones con especies silvestres, no en aves, pero sí en mamíferos. En definitiva, al saber lo que está presente y si esto puede generar un problema, podemos tomar alguna medida de acción”.

Por ahora, el equipo investigativo sigue en la tarea de continuar con este estudio, pues, aseguran, queda mucho por saber aún: hay que conocer el rol que tiene el pingüino como reservorio de virus; también la posibilidad de que disemine el virus a otras especies, como aves voladoras; aislar el virus para estudiarlo en profundidad, son algunas rutas a seguir.

Pingüinos papua en la Antártida | Foto: Instituto Antártico Chileno

“Nos preocupan los virus por lo que pueden provocar en los pingüinos, nos preocupan por lo que pueden provocar en el hombre, que por ahora parece no ser malo y nos preocupan también los beneficios que pudieran traer y el Newcastle tiene esa arista también, pero no es el único”, finaliza el Dr. Víctor Neira Ramírez, sobre una de sus motivaciones principales para seguir estudiando a los pingüinos de la Antártida y la Patagonia.

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